El templete de la Cruz del Campo (1482), que debería haber sido objeto de especiales cuidados y aprovechamiento urbano por las autoridades en todas las épocas, por ser una reliquia de múltiples valores religiosos, culturales e históricos de primeras magnitudes, simboliza la incuria que ha arruinado tantas riquezas urbanas únicas de nuestro patrimonio.
Ahora, el humilladero, posiblemente vinculado a los desfiles procesionales de la Semana Santa de Sevilla, presenta un estado de abandono intolerable, al borde de la ruina total, como colofón de la falta de respeto y sensibilidad ciudadana con que ha sido tratado durante casi todo el siglo XX.