Una de las facetas de la casa de Sánchez-Dalp, valorada por el profesor Alberto Villar Movellan, es que durante su construcción pudieron formarse numerosos profesionales artesanos: alarifes, yeseros, cerrajeros y forjadores, ceramistas, decoradores, carpinteros y ebanistas, tapiceros, etc. Es decir, la oportunidad ofrecida por la construcción de la casa de Sánchez-Dalp en los primeros años del siglo XX, fue básica para la formación de profesionales artesanos que luego fueron claves para las obras regionalistas siguientes y de los pabellones de la Exposición Iberoamericana de 1929-1930.
No había un solo rincón, una puerta, una cancela, una ventana, una verja, que no respondiera a exigencias artísticas, con diseños originales o mostrando copias de obras maestras de los Reales Alcázares y otros palacios andaluces e italianos.