"Cosarios, arrieros y pobres."

La calle Alhóndiga siempre ha sido sede de posadas y mesones. Muchos cosarios para los pueblos tenían su lugar de referencia en ella. Desde el siglo XV y debido al gran tráfico de carros y carretas, se intentarán diferentes métodos de pavimentación. Por las referencias históricas conocemos que nunca se conseguirían con unas condiciones mínimas.

Todavía en 1851 muchos posaderos se quejaban de la pérdida de clientela cuyos carros se defenestraban en el catálogo de baches peligrosos de la calle.

Ya en el siglo )0(, las mejoras urbanísticas ofrecerán un respiro, en especial al cesar la actividad de la Alhóndiga o Pósito central de granos.

Charles Alberty López, en 1928, sorprendido por la estructura del Parador que había en el número 34, nos dejó esta imagen de una elocuencia descriptiva imposible de superar.

El espectro social estaba representado por una mezcla de cosarios, arrieros, tratantes y familias de pueblo, todos con poca capacidad adquisitiva. Los clientes tenían que coexistir con actividades domésticas de lavado y plancha, amén de juegos de niños, pequeñas tertulias de otros alojados, los pucheros al friego...

Pero lo más interesante es la estructura del patio. Las habitaciones estaban alineadas a ambos lados de la zona central. Algunos clientes se alojaban en habitaciones de las galerías de los pisos primero y segundo.

Varias de ellas eran inaccesibles como no fuese por medio de escaleras portátiles de madera. En la imagen se ve una mujer asomada a la habitación frontal del primero, cuya entrada y salida puede hacerse sólo con una escalerilla móvil.

Desde luego, los servicios ofrecidos por los posaderos eran escasos, aunque también poco era el precio.

Comparados con los Hoteles que ya existían en Sevilla, como el de Madrid y el lujosísimo de Alfonso XIII, esta estampa de Loty se nos antoja un verdadero fantasma de la hospedería.

En la actualidad, este ambiente ha desaparecido y se ha mutado en pensiones e incluso hoteles.