Un palacio legendario que acabó demolido.
El histórico palacio de los duques de Medina-Sidonia, el mismo que hizo exclamar a Felipe II cuando pasara ante él si aquella era la casa del señor del pueblo, poseía un zaguán tan extenso del que se decía que permitía entrar con toda comodidad a los carruajes a galope de sus corceles.
Ya en época de Olavide se le enajenó una parte —hacia la calle de las Armas (hoy Alfonso XII)— para construir un gran teatro que se derribaría más tarde por el Ayuntamiento.
Cuando Lucien Levy visita Sevilla en 1882, el palacio era ya propiedad del marqués de Palomares y su cuido dejaba algo que desear.
Pese a todo, el encanto del patio es fastuoso y casi en ausencia de jardinero, las plantas van tomando carácter más de matorrales que otra cosa.
La arquitectura del patio, esplendorosa, deja entrever lo que fue en otras épocas. Muy interesante es la farola tipo fernandino que aparece en la imagen.
Después de la visita de Levy, el deterioro se acrecentaría tanto que ya en el siglo XX se vendería el inmueble para establecer los Almacenes del Duque cuyos días, cara a la piqueta demoledora, tenía contados.