En 1846 el arquitecto Balbino Marrón hizo un primer replanteo de la plaza del Salvador, el cual tras las protestas que suscita es cambiado en 1861 por el del arquitecto Manuel Heredia Tejada.
En 1912, dentro de las mejoras urbanísticas programadas del Conde Halcón, apoyándose en anteproyectos de Sánchez-Dalp, de Arévalo Martínez y de José Sáez y López, se deja prácticamente igual a como la conocemos hoy.
En lo que se refiere a la estatua, hay que comenzar diciendo que un grupo de vecinos del barrio de San Lorenzo demandaron a la alcaldía en 1916 que se elevara en el centro de la plaza homónima, un monumento a Martínez Montañés; a lo que la prensa, a través del periodista Enrique Garro, se adhirió, contándose con el ofrecimiento del escultor Antonio Castillo Lastrucci, autor del boceto que se presentaba junto con la solicitud. Pese a ello, en 1920 se aprueba otra maqueta hecha por Agustín Sánchez Cid, por considerarse la más idónea.
Tras largos años de debates sobre si debía colocarse en la plaza de San Lorenzo, en la del Pacífico (actual de la Magdalena), se inaugura en 1924 en la del Salvador, una vez reunido su presupuesto y contándose para ello con las aportaciones de una suscripción popular.
La figura sedente de Montañés -fundida en bronce en los talleres de Codina Hermanos de Madrid- porta en sus manos la gubia y una pequeña Inmaculada, como si estuviese captado en los momentos de hacer el modelo en barro de su «Cieguecita».
Las lecciones renacentistas y rodinianas, no son ajenas para el escultor que -aún con criterios en la tradición- los supo aunar con el impresionismo, en lo que es un homenaje de un escultor a otro escultor: en este caso al trascendental imaginero.
Se acompaña de un armónico pedestal de mármol blanco, con relieves de niños en sus ángulos y medallones de bronce incrustados en él (también de Sánchez Cid), con cartelas neobarrocas con inscripciones y el escudo de la ciudad. Para su elevación, se contó con la colaboración de Talavera Heredia. En 1967 se trasladó el monumento al ángulo suroeste de la Catedral, para volver en los ochenta a su primer emplazamiento.