El repartidor de dulzura.
La venta ambulante de ciertos productos alimenticios ha sido, hasta hace poco, una tradición en Sevilla.
Recuérdense los nueceros que, desde pueblos de la serranía, se trasladaban a la capital con fines comerciales.
Lo mismo se puede decir de los castañeros. El vendedor de meloja y miel ha desaparecido casi hace medio siglo.
De ahí que la fotografia de Ramos posea el interés de reflejar uno de los últimos durante un día de invierno en la barriada de Juan XXIII.