Brasero de cisco picón.
El abastecimiento por carbón de la ciudad, cuando Reynoso realiza esta imagen en 1879, se hacía por dos sistemas: bien comprando en pequeñas carbonerías, bien ambulantemente, los establecimientos de carbón estaban muy difundidos por toda la ciudad. Como quiera que era el combustible único para todo uso, la existencia de una o dos tiendecitas para adquirirlo era habitual en cada barrio.
Carbonerías importantes del momento fueron las de las calles Zaragoza, Hernando Colón, Humerus, Puerta Real, Verde, Francos, Alfalfa, Tintes... La venta ambulante estuvo más bien reservada al ciscó picón para los braseros, que los más prestigiosos carboneros preparaban en la campiña Sevillana.
Particularmente afamado en el procedente de la serrania de Constantina, Cazalla e incluso El Pedroso.
La fotografía de Reinoso, autor del Álbum de las Puertas de Sevilla, muestra un momento de la venta ambulante ante parte de la muralla de la Macarena. En ese mismo lugar, desde veinte años antes, existía la carbonería de Juan Benítez.