La riada provocada por el arroyo Tamarguillo el 25 de noviembre de 1961, cuando en pocas horas quedaron sin hogar más de treinta mil personas, provocó una situación de emergencia social sin precedentes, agravada en los meses posteriores por las situaciones ruinosas de centenares de antiguos edificios, en su mayoría corrales de vecinos con mas de un siglo de existencias.
Los corrales de 1961, hasta entonces casi desconocidos en sus tremendas realidades sociales y económicas, eran los mismos que Felipe Hauser había denunciado por infrahumanos casi un siglo antes.