Aunque se trata de una fuente que no se conserva en su integridad, sino fragmentariamente repartida en los Jardines de las Delicias, y aunque las obras de estos Jardines ya fueron reseñadas creemos que al igual que el monumento de Sorolla (instalado en sus proximidades), requiere al menos unas breves consideraciones. El arquitecto sevillano José Granados de la Vega colaborador de Vicente Traver proyectó y dirigió su construcción dentro de un eclecticismo que respondía por igual a cánones historicistas, como a regionalistas neobarrocos en su ambaje de elementos constructivos.
Eran éstos las dos escalinatas laterales, que ascendían a una balaustrada superior al muro de la fuente, por el que asomaba en su eje central la proa de una carabela. Adosados al muro se encontraban tres surtidores en forma de mascarones, que vertían agua a tres veneras inferiores, y, por último, a un estanque de perfil mixtilíneo.
El esquema se completaba con las tres figuras alegóricas, que respondían a un programa ornamental que iba a desarrollar el barrista Francisco Ceballos Montenegro, pero que por los retrasos de éste se le encarga primero al decorador Santos Gallego Calvo, y finalmente a los escultores Francisco Marco Díaz Pintado, Agustín Sánchez Cid y José Lafita Díaz, quienes harán las figuras en este orden: la de «Iberia» (interpretada como una dama oferente con dos niños a sus pies), por Marco; el «Río español» (simbolizado por el Guadalquivir), por Sánchez Cid; y el «Río Americano», (simbolizado por la Magdalena), por Lafita.
Su mal estado de conservación y abandono suscitó muchas críticas de la Real Academia de Bellas Artes desde 1936, hasta que en tiempos del Concejal Antonio Sancho Corbacho y exentas, pasaron a exornar los Jardines de las Delicias.