Un placer que se pierde.
Todavía puede verse esta estampa, según el frío que haga, desde noviembre a Reyes. Es un recuerdo que, para los sevillanos, se asocia siempre con la Navidad.
Actualmente, se ha reducido mucho el número de puestos y los que quedan —regentados habitualmente por parados— ofrecen cada vez más unas castañas de ocasión, chicas, recutrías, un tanto manías y, con más frecuencia de lo deseado, con los célebres gusanos.