Para los estudiosos del costumbrismo sevillano, la Alameda de Hércules siempre tuvo atractivos singulares, por coincidir en la historia del paseo macareno múltiples circunstancias sociológicas muy diferentes a las de otras zonas similares de la ciudad. Desde la creación de la Alameda, en 1574, hasta los años republicanos de nuestra centuria, tuvo competencias en todas las épocas con otros sectores urbanos que le disputaron el favor de los ciudadanos en sus horas de paseo y diversión. Para el paseo a pie y en coches de caballos privados y públicos, que era la costumbre social más extendida. Y siempre acabó la Alameda recuperando su público y su ambiente multisocial nunca igualado por otros paseos públicos de la ciudad.
La plaza del Duque (siglo XV), la más antigua de la ciudad junto a la de San Francisco (siglo XIII), fue lugar para el paseo a pie y en coches de caballos de los sevillanos, incluso para la celebración de corridas de toros, que es la única actividad que nunca tuvo la Alameda de Hércules. Durante las estaciones de Primavera y Verano, incluso en Otoño, los ciudadanos utilizaron la plaza del Duque como lugar de encuentros sociales y diversiones nocturnas durante los siglos XVI al XVIII.